¿Qué es escribir? La pregunta nos cuestiona como si nos preguntaran qué significa vivir. En estos momentos de crisis donde comenzamos a descreer en casi todo, donde parece que las situaciones de nuestra vida cotidiana nos golpean más de la cuenta, donde hemos dejado de jugar, reír, abrazar y compartir desde la cercanía física es cuando las cosas más elementales de la vida parecen tener más valor. Pasar tanto tiempo con nuestras familias, en nuestra habitación, con los objetos de nuestra casa, con nuestras soledades nos llevan a cuestionarnos si estamos aprendiendo bien, si hemos descubierto lo verdaderamente importante de nosotros, si hay algo en la vida de los seres humanos que nos puede salvar. Es probable que ninguno de nosotros nos preguntemos nada de esto, pero sí es cierto que algunas noches o días estamos más de ánimo que otros, y es ahí cuando extrañamos, queremos, recordamos y sentimos; es ahí cuando la escritura y el arte llegan para ser el camino y compañero de nuestros pensamientos más íntimos.
¿Para qué lees literatura? ¿Realmente sirve? ¿Por qué escribes historias? ¿Quién las va a leer? Tú, el primer lector eres tú. Escribir es escucharte, aprender a escucharte. Leyendo y escribiendo te salvas tú. La realidad puede ser muy perturbadora, pero de ella nos alimentamos para construir historias que nos permitan razonarla un poco, hacerla más amable o tal vez cruda, pues necesitamos otras voces o manos que den cachetadas, historias que posiblemente nos acerquen en la distancia, o ayuden a tomar decisiones, que nos muestren que podemos ser buenos seres humanos al mismo tiempo que convivimos con nuestros muertos, que en nuestro interior pueden habitar todos los sentimientos y las emociones, y que con ellas batallamos, con ellas recorremos mundos, con ellas conversamos largas horas y vivimos, con ellas nos creamos.
Nadie sabría que el amor es amor si no estuviera escrito en una canción, si antes alguien no lo hubiese pensado, si no hubiera una historia que nos lo mostrara. No sabríamos que el miedo, el suspenso, la rabia y la tristeza son emociones que fueron creadas con las palabras, y que la realidad no es más que palabras, pues las cosas más valiosas de la vida, lo verdaderamente esencial es invisible a los ojos.
Escriban, sálvense de la monotonía; somos el producto de las historias de otros, de los pensamientos de otros. Seamos, ahora, pequeños dioses haciendo nuestro propio génesis.