Sobre “El rumor del astracán” y otros rastros del árabe en el español colombiano.
- Kalamari Spanish
- 17 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 17 jul 2020
Por Cindy Herrera/Docente de español.

“Las manos son importantes, a veces creo que sin ellas no seríamos capaces de hablar, somos lo que somos por eso. Nuestras manos no son por azar el símbolo del arte y las religiones. Además, parecen hablar las palabras cuando se llevan el papel… Sí; las manos nos elevan y también nos envilecen. Por cierto pintamos una mano abierta como símbolo para protegernos contra el mal de ojo - reflexiono Moisés- pero me preguntaba usted, cuál es el idioma más difícil… sabe, los idiomas se parecen a los hombres. Todos somos difíciles y fáciles si se quiere. Aprender un idioma es, ante todo un acto de amor. Se debe amar las palabras al principio conozcas y extrañas cuesta trabajo identificarse con ellas. Ni la palabra flor cabe dentro de la flor ni el agua dentro de la palabra agua. Pero a medida que se conocen y se las quiere, atrapan los significados las empezamos a ver bellas, nos enamoramos de cada una. Por eso cuando se aprende un idioma es importante abrirle el corazón y dejar que nos abrace. Y los judíos, debemos guardarle un amor especial al español. Amarlo, al igual que una madre a su hijo, porque se crio en nuestras manos. Lo consentimos apenas nacía.
- ¿Cómo?, preguntó Ruth.
- Sí; era un bebé, cuando los estás judeo-españoles compusieron sus jarchas y muasagas para que cantaran los juglares y trovadores de la época. Nuestros poetas eran poco amigos del latín, la lengua litúrgica cristiana. Por ello prefirieron el romance que lactó de los pechos del árabe y hebreo como un niño precioso. Dicen que el idioma nació bajo el compás de los temblores de los cantares de gesta. Pero, no es en la guerra sino en el amor, con canciones virginales, donde fluyen las palabras. Fue con el canto de las muchachas tostadas por el sol del Al-Andaluz cuándo surgió el idioma, porque en ellas se hallaba el amor”. (El rumor del Astracán, Bibliowicz, Pág. 127)
Bajo este fragmento de la novela “El rumor del Astracán” el escritor colombiano, de descendencia judía, Ariel Bibliowicz, intenta recrear una atmósfera de aprendizaje del idioma español en su narrativa. Aludiendo a que este último está comprometido en origen, fondo y forma a las raíces judeocristianas y árabes. Los personajes que allí intentan aprender español son emigrantes judíos que viven en Bogotá, los cuales están procurando adaptarse a las costumbres capitalinas, pero al mismo tiempo como comunidad, creando diáspora.
Sin perder su lengua hebrea: “el yiddish, yidis o también conocido como ídish”, los personajes, abrazados por su religión judía de forma casi radical, se ven comprometidos a aprender español, y en ese proceso, el docente “Moisés”, también de ascendencia árabe, pero con una visión mucho más “panorámica” de la realidad en Colombia, les intenta mostrar cómo el aprendizaje de un idioma los puede llevar a la apertura de otras realidades y, alternativamente, a comprender parte de las propias. Es decir, en el proceso, el maestro intenta conectar las vertientes que desde un inicio hicieron nacer al español de la mano de los que una vez el mismo latín culto, del que no procede el castellano, repudió: el árabe. Así pues, atendemos a que “La definición de un árabe, como la de un francés, de un italiano, de un europeo... no responde a una propuesta racial, ni siquiera étnica. Ser árabe es [ser] y sentirse hijo de una civilización, de una cultura que se expresa en lengua árabe”. (Slebi Moisés, 2003) y por lo tanto, entrar en contacto con otra lengua es también poder volver a las matrices de tu propio idioma.
Hace un año, el equipo de Kalamarí decidió visitar el municipio de Lorica, en el departamento de Córdoba, una tierra impregnada de un gran legado, no solo árabe sino indígena Zenú, y por si fuera poco vio nacer al escritor afrocolombiano Manuel Zapata Olivella. Allí, el registro de la descendencia sirio-libanesa es tanta, que no conformes con haber tenido a la mayoría de sus alcaldes con apellidos árabes, hicieron un monumento (un obelisco) en homenaje a las más de 4.000 mil palabras de origen árabe que aún viven en el diccionario y la lengua oral del español.
Es, para pocos, de conocimiento que en Colombia no solo existe, actualmente, una comunidad árabe asentada en territorio, sino que además estas comunidades tienen su lengua y legado; formando parte, su idioma, de la pluralidad lingüística y cultural del país. Además, la inmersión o “prestamos lingüísticos” de sus vocablos no solo se remontan a los siglos en donde el español se intentaba consolidar como un idioma nacionalista y cristiano-católico, para finalmente justificar un proceso expansivo de España en el territorio Ibérico, sino que a raíz de la Segunda Guerra Mundial, y la “dispersión” Judía por muchos países del mundo, entre ellos Colombia, el español siguió enriqueciéndose o “adoptando” vocablos que hoy hacen parte de las formas de habla comunes de muchas de las regiones del país, sobre todo en la Costa Caribe y el Pacífico.
Migración libanesa, sirio-libanesa, palestina, árabes judeo-cristianos, árabes musulmanes, entre otros, registrados por el Ministerio de Cultura en el documento “Arabes en Colombia” (2007), demuestra que las distintas oleadas migratorias de origen árabe se ubican no solo en el territorio, sino en las artes, las letras, el idioma y las costumbres de los hablantes hispanos del país, las cuales están impregnadas de todo un proceso de diáspora judía que se debe abrazar como parte de una totalidad.
A continuación, conocerás cuatro vocablos de origen árabe, que utilizas a diario y que, posiblemente, desconozcas surgieron de allí:
· Taza: El origen de este término se remonta al siglo XII. Sin embargo, su uso corriente no llega hasta el siglo XIV. Proviene de la palabra árabe «tassah» y llegó hasta nosotros por la importación de cerámicas orientales que proveían de la región de Tyr. Estas vasijas dieron significado a la palabra que empezó a identificarse con los recipientes utilizados para bebidas como el té.
· Café: Esta bebida tan adorada por muchos españoles proviene (etimológica y semánticamente) del término «qahwah», que significaba «estimulante». Este vocablo se registró por primera vez en español en el siglo XVIII.En el mundo árabe, designa los granos de café tostado y la bebida caliente que se preparaba en aquel entonces. Este producto llegó a Europa en el siglo XVII gracias a los mercaderes venecianos, y a raíz de esto se expandió el término por todo el continente (de ahí que usemos esta palabra en varios idiomas: coffee, café, kaffee…).
· Azúcar: A finales del siglo XII apareció la locución italiana zucchero. Este término proviene de la palabra árabe «sukkar», que a su vez deriva del sánscrito. Cada versión, cada diminutivo y cada significado se remonta a siglos atrás. El mundo árabe expandió el término «azúcar» por todo el mundo al prestarlo a lenguas europeas como la nuestra; de ahí sus variantes: «sucre» en francés, «sugar» en inglés, etc. Pfeifer, un lingüista germano, explica también que tomamos prestado de los árabes y del mundo árabe la cultura de la caña de Azúcar en regiones como Andalucía, Egipto o Sicilia.
· Naranja: La primera mención a este término se remonta al siglo XIII. En sus orígenes, la «naranja» era una fruta de China, extendida por el resto del mundo gracias a navegantes portugueses a finales del siglo XV. Tras dar lugar a palabras como «arancia» en italiano, «orange» en francés o «laranja» en portugués, es término se utilizaba para designar únicamente las naranjas dulces. Como ves, la escritura árabe tiene una riqueza etimológica insospechada. (Tomado de: https://www.superprof.co/blog/palabras-arabes-castellano/#Secci%C3%B3n_palabras-arabes-en-el-dia-a-dia )
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